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Exposición PALABRAS Y COSAS EN LA OBRA DE DELIBES. UTOPÍA RURAL

PALABRAS Y COSAS
  EN LA OBRA DE DELIBES 
 UTOPÍA RURAL


Centro e-LEA Miguel Delibes
Calle de la Costanilla, 12.
Villa del Libro de Urueña (Valladolid)

                                                                                     Ver el catálogo aquí

Hay cerca de 290.000 palabras en la lengua española. De ellas, un individuo normal usa en sus expresiones coloquiales unas 300. Cada palabra de un lenguaje tiene su propio ámbito y su propia historia, y evoluciona según la frecuencia con que es usada. Miguel Delibes advirtió sabiamente hace muchos años que determinadas palabras de sus novelas (en esta exposición se han seleccionado más de cien) desaparecerían pasado el tiempo sin ser sustituídas por otros vocablos, del mismo modo que los objetos que designaban serían comidos por el polvo y la herrumbre. Sin embargo acertó en el modo de poner remedio al olvido total y las incluyó inteligentemente en sus obras aprovechando un sistema inventado un siglo antes por los neogramáticos alemanes. A Delibes le interesaba lo que estaba vivo en la palabra, es decir su significado, más que los aspectos fonéticos. Y le apasionaban más quienes decían esas palabras que los sonidos mismos con que se pronunciaban.

 Esta exposición es un viaje por el lenguaje delibeano, a través de sus novelas, para ir al encuentro de objetos cotidianos que adornaron las vidas de tantos de nuestros antepasados. “En mis novelas y relatos sobre Castilla lo único que pretendo es llamar a las cosas por su nombre y saber el nombre de las cosas”, decía el escritor en Conversaciones con Miguel Delibes. Las palabras y las cosas unidas en la obra de Delibes.

Hemos matado la cultura campesina pero no la hemos sustituido por nada, al menos, por nada noble. Y la destrucción de la Naturaleza no es solamente física, sino una destrucción de su significado para el hombre, una verdadera amputación espiritual y vital de éste. Al hombre, ciertamente, se le arrebata la pureza del aire y del agua, pero también se le amputa el lenguaje, y el paisaje en que transcurre su vida, lleno de referencias personales y de su comunidad, es convertido en un paisaje impersonalizado e insignificante.  
                                                                                                                                       "Un mundo que agoniza"  

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